Tal es el caso de Zinkoff, un niño que a la edad de seis años vive un mundo de inocencia, sin prejuicios y con un corazón lleno de ternura que hace de su vida y cada día que comparte, un tiempo digno de sentirlo a plenitud. De la mano de su madre, comienza a transitar en espacios como la escuela, donde lo recibe una agradable y comprensiva maestra que resalta en él, las cualidades antes descritas. Zinkoff, tomaba al pie de la letra cada una de las expresiones que recibía, tanto de su madre, padre o maestras. La historia transcurre en un pequeño pueblo tranquilo, donde Zinkoff recorre el vecindario en busca de diversión y alegrías; va a la escuela y adora estar en ella. Menos para su familia y vecinos y especialmente él; su inocencia e ingenuidad le impiden ver la desagradable opinión que tiene todos de él. Se caracteriza por ser un niño que no puede esperar, debe estar activo en todo momento, demostrando cierta iniciativa para solventar algunas situaciones, resuelve a su manera los conflictos e inconvenientes que se le presentan. Adora, respeta y admira a sus padres, se siente muy orgulloso de ellos, cuando sea grande quiere ser cartero como su padre.
No se requiere de un psicólogo para entender el verdadero amor, ni de un abogado para defenderlo. Solo vívelo, es lo mejor que te puede pasar en la vida. El amor verdadero no exige, solo sabe dar y ofrecer lo que tiene. Da lo mejor de sí, independientemente de si el otro se lo merece o no.
